martes, noviembre 20, 2012

Tercer Tetrabrick

Tercer tetrabrik.
El pueblo está en fiestas.
Aunque no sea excusa.
El cielo era hasta hace un momento una gacha tibia y azulada.
El sol un coñac caliente salpicado caprichosamente por las hojas de un árbol.
El banco de madera una mecedora detenida al borde del tiempo.
Una pelota rueda hacia nuestros pies.
Ella duerme apoyada en mi hombro.
Ella, la que lleva mi abrigo raído, tampoco tiene a donde ir.
Era un niño precioso nuestro hijo.
A lo lejos alguien ríe.
Mientras yo no sé cómo quitarme este hielo de los pies
ella sigue durmiendo como para no despertar.
Espero.
Detrás de una pelota siempre viene un niño.
Salvo hoy.
Y comienza a llover como si se desangrara el cielo.
Ya me he cortado otras veces.
Pero esta ha de ser la definitiva.
Así que saco la cuchilla del vuelto de la manga de la chaquetilla
y termino unos restos de vino.
Qué hermosa es.
Parece una flor mecida por el viento cuando respira.
Y sus cabellos agitados los pétalos de alguna rara especie botánica caprichosa.
Mis antebrazos lo salpican todo como si llevaran instalados un compresor en los bíceps.
La cojo por la cintura.
La lluvia arrecia.
¿Llueve?- me pregunta medio dormida.
Sólo chispéa, duerme mi amor- le digo yo.