domingo, agosto 19, 2012

La verdad es que me has gustado.

.- Hola cariño. Me has gustado. Es la puta verdad. Y no te creas que esto se lo digo a todos. ¿Eres músico? ...ya me gustaría a mí ver el instrumento que guardas ahí. Podemos hacer posturas, la chupo, lo que tú quieras. Menos dar por culo. Veinte..¿Qué me dices? Era bajita, delgada, de caderas anchas, casi una niña de ojos grandes y tristes, llorosos, de cielo de otoño en primavera, nublados por el trote mortecino de un caballo pasado de moda. .- No llevo un puto duro encima.- Le mentí. .-¿Te espero? Pero tienes que ser rápido. Ya sabes, los maderos, no me puedo quedar mucho tiempo por aquí, llevan ya dos vueltas a la manzana y aunque echo a andar cuando aparecen, creo que a la próxima, me joden la noche. Ya se han llevado a unas cuantas en la calle Balmes. Me quitó algo del párpado derecho, una motita quizá, con una suavidad que me emocionó extrañamente, como si fuéramos novios, mientras inquieta y preparada para echar a andar en cualquier momento, husmeaba los extremos de la calle en un intento de atisbar la inminente llegada de la odiada “lechera”, esa clase de lechiga moderna y motorizada que limpiaba la ciudad, que transportaba hacia la comisaría más cercana, para enterrar en ella un poco más, a ese tipo de cadáveres que todavía eran capaces de preocuparse por la pequeña mota que puede incomodar el ojo de uno, mientras ofrecen a todas tus perversiones su frágil esqueleto de cristal por cuatro perras. .- Bueno, vale, voy a buscar el dinero y vuelvo.- Volví a mentirle, y me marché como un judas gilipollas, más convencido que unos minutos antes que necesitaba una última copa, antes de volver a la sucia pensión a dejarme magrear por el escurridizo y endeble Morfeo de los borrachos, tan dado a la botella como éstos, cuando después de unos pasos ella me dijo:
.-¿Y un cigarrillo? ¿Me darías por lo menos un cigarrillo?.
.- Claro mujer.- Le lancé uno .
.- ¿Y fuego?.- ¿Me darías fuego?....
.-Pues claro mujer....
No tendría más de doce años.